Concepción Arenal

publicado en Las Manuelas, Luchas de mujeres

Concepción Arenal

Escritora y activista social española (El Ferrol, 1820 – Vigo, 1893). Sorteando las dificultades que en su época se oponían al acceso de las mujeres a la universidad, estudió en Madrid Derecho, Sociología, Historia, Filosofía e idiomas teniendo incluso que acudir a clase disfrazada de hombre.

Escribió mucho, en particular sobre temas judiciales y sociales. Uno de los aspectos más progresistas de Concepción Arenal es su consideración de la mujer como ser humano marginado. Como escritora, Concepción Arenal eligió el género epistolar y el folletín. Concepción Arenal no sólo abrió las puertas a las mujeres a la vida social y laboral, sino que se constituyó en una experta en derecho penitenciario y medicina hospitalaria a nivel internacional. Por si fuese poco, escribió novelas, obras de teatro, zarzuelas y poesía.

Es considerada la primera feminista española. Su primer trabajo feminista, La mujer del porvenir, es una muestra de sus avanzadas creencias feministas y sufragistas. Es esta obra defiende que la inteligencia del hombre es pareja a la de las mujeres. Es la falta de educación, no la falta de capacidad racional la que convierte a las mujeres en “niñas eternas”, en pupilas sometidas a las leyes injustas y discriminadoras.

Extracto de “La educación de la mujer “, boletín de la Institución Libre bde Enseñanza, num.19 (1892) págs. 305-312.

«Dejando al tiempo que resuelva las cosas dudosas, lo que nos parece cierto es que los esfuerzos deben dirigirse a satisfacer las necesidades más apremiantes, y que la más apremiante necesidad de hoy, para el hombre como para la mujer, es la educación, que forma su carácter, que los convierte en persona. La persona no tiene sexo: es el cumplimiento del deber, sea el que quiera; la reclamación de un derecho, sea el que fuere; la dignidad, que puede tenerse en todas las situaciones; la benevolencia, que, si está en el ánimo, halla siempre medio de manifestarse de algún modo.

Pensamos, por lo tanto:

Que la educación debe ser la misma para el hombre que para la mujer;

Que es más urgente aún respecto a la mujer, porque, siendo para ella la personalidad más necesaria, está más combatida por las leyes y por las costumbres;

Que la falta de personalidad es un obstáculo para su instrucción y, adquirida, para que la utilice;

Que, por más que se ilustre, si no se educa, si no tiene gravedad y dignidad, si no es un carácter, una persona, aun los que sepan mucho menos que ella procurarán y hasta lograrán hacerla pasar por marisabidilla;

Que no hay más que un medio de que las mujeres sean respetadas, y es que sean respetables: lo cual no se conseguirá con sólo tener instrucción si no tiene carácter. Hay momentos y países en que la cuestión, como suelen serlo las sociales, es circular; a la mujer no se la respeta porque no es respetable, y no es respetable porque no se la respeta. Cuando esto sucede, es difícil, pero no imposible, que la mujer se blinde, por decirlo así, con una sólida personalidad; pero si lo consigue ha de dar por bien empleado el trabajo que le costó, y sabrá cuánto vale tener en sí algo que no esté a merced de nadie.»

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