Madrid, a 9 de febrero de 2014
Querida Clara Campoamor,
Llevamos muchos meses pensando en ti.
Mientras tejíamos y entretejíamos, aprendimos sobre tu vida. Leímos tus escritos y recordamos la defensa que hiciste del derecho al voto de las mujeres, que llevó a que se aprobara en el año 1931.
Por eso te elegimos para hacerte este reconocimiento, este homenaje. Y, por fin, ha llegado el día de vestirte con nuestras lanas y de poner este foco (de ganchillo) sobre tu historia, que es también la nuestra, enlazando así, como si de un tejido se tratara, tu figura con las mujeres de éste y de otro tiempo, de ésta y de otras culturas, mujeres tejedoras de vida, de relaciones, de política.
Pensamos en ti porque te admiramos. Porque, como hemos hecho durante estos meses en nuestras charlas y conversaciones en el museo, queríamos ver lo que no siempre se ve, mirar lo que no siempre se mira: el trabajo y el pensamiento de las mujeres. Y hoy te sentimos tan cerca que incluso podemos imaginarte paseando (hace aproximadamente un siglo) por esas calles, pues vivías muy cerquita de aquí, en el barrio que entonces se llamaba Maravillas y hoy Malasaña.
Conseguiste, desde tu más profunda convicción, que las mujeres pudieran votar en este país. Recordaste a tus compañeros del congreso que ese poder que detentaban sobre las mujeres se lo habían dado ellos mismos, pues el derecho natural fundamental, muy por encima de todo eso, es el respeto a todo ser humano.
Lo hiciste, y esto es lo más radical de todo, poniendo nuestra dignidad por encima de cualquier otro tipo de interés, teniendo la certeza de que la historia te daría la razón, aunque en los años que siguieron a la aprobación sufriste mucho por ello, llegando a llamar a tu lucha por el voto femenino tu “pecado mortal”.
Gracias por ampliar, con tu vida y tu compromiso tenaz, las opciones de lo posible para las mujeres.
Gracias por hacer con ello, un mundo más habitable para todas y para todos.
Gracias, Clara.
Las Manuelas españolas