Las mujeres de Puno
viven, en su mayoría, en zonas rurales, a las que no siempre es fácil llegar. A pesar de la tranquilidad de los Andes, su vida es bastante ajetreada. Las mujeres, además de ser las encargadas del cuidado de la familia, se dedican a la ganadería, a la agricultura y, algunas, a la artesanía y al comercio.